A veces ya no soy capaz de reconocer mi pasos, de entender que el laberinto es mi hogar y que la salida reside a cientos de kilómetros del lugar al que mis pasos consideran patria
Otra vez aquí con la inocencia entre los dedos, con la pluma
que deseé que no vuelva a escribir,
Que no vuelva a sentirse mutilada de ciegos y espantos,
Una vez más aquí con mis catedrales vacías, con el alma
destrozada
Percibiendo el aroma pétreo de cadáveres de besos
defenestrados y aturdidos,
Que se ahogan en la garganta, que musitan inconscientes su
deseo de emerger, de ser, de formar parte
Otra vez aquí, en el centro de la desidia, con las manos llenas
de mis imperceptibles partes,
Queriendo luchar, reconociendo la derrota, porque cansé y
estoy cansado,
Una vez más aquí, escuchando mis delirios, resquebrajándome
en silencio,
Porque aprendí a disimular mis fracasos, a solapar mi congoja,
a esconderme de mis fantasmas
Otra vez aquí, sentado en mi horizonte, contemplando la
caída del verdugo, afilando sus armas
Preparando una batalla sin ganadores declarados,
Una vez más, rayando con mis alas los exánimes abrazos,
Compartiendo mi tristeza con mi alma, empuñando ataduras,
volviendo la tristeza a desangrar
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