Enkeli

domingo, 28 de enero de 2018

 

Volaba sólo con decir una palabra, y me transportaba con un beso a los rincones más cálidos del universo, pero al abrir sus alas, me llevaba a sitios donde ni los sueños llegan, a lugares tan recónditos que ni en mis más grandes fantasías podía imaginar.



Anoche tuve un sueño,
soñé que un ángel me visitaba,
con sus femeniles manos acariciaba mi rostro casi inerte por el letargo de mi abandono,
con su aliento febril dominó mi exilio, y protegió con su escudo mis dominios,
hizo sucumbir mi desazón, me animó con un beso, uno de tantos.

Anoche me visitaba un ángel,
el ser alado que gobierna mis delirios, el sueño lúcido de un enajenado,
el horizonte del pirata que extravió su rumbo, sin querer, sin imaginar,
la luz que ven los ojos del que enclaustrado en cautiverio no percibía el aura.

Anoche con sus delicados deseos me besaba un ángel,
me exaltaba con el movimiento de sus alas, a lo más alto de mi alma, a mi propio infinito,
al clímax de mis sentidos,
y mientras mi piel se erizaba, mis sentidos se mezclaban con el aire,
daba vueltas en círculos por su perfecta circunspección,
me abrazaba tan fuerte para unir su alma con la mía,
fusionar su cuerpo perfecto con mis debilidades.

Anoche tuve un sueño,
soñaba que me visitaba un ángel,
y al abrir los ojos, me dijo “duerme amor mío, estás cansado”

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