Condena

viernes, 31 de mayo de 2013

 

voy por la senda de los condenados y sigo respirando mi amargo camino



Es el momento de la purga, es la hora letal en la que el universo se vuelve a mí y regreso con las manos vacías, con el rostro mutilado, con la sangre derramada, regreso como me fui, con la misma sensación elástica, con las heridas a flor de piel, con el alma enmudecida por los silencios del espíritu, como cuando el aire se hace pesado, como cuando la muerte abriga el abandono.

Porque pasamos de ser amantes a dos completos desconocidos, y no nos percatamos del espanto que nos cobijaba, no vimos lo que realmente sucedía, simplemente nos dedicamos a morir con consignas premeditadas, con frases adormecidas por la oscura sensación del fracaso, íbamos a nuestro destino y ahora vamos a cualquier lado, porque ya no somos, porque el sol se nos quedó dormido y nos amparó la noche, y no sabemos cómo despertar, simplemente tenemos que obedecer a los sabios designios de los astros, habló nuestro abandono y nos reprime, nos ahoga la melodía el llanto en la garganta vacía de gritos mutilados, se consumen espirales tenues en el muro de los lamentos, en baches movedizos, que se andan tropezando en nuestra estirpe, nuestra nobleza, se caen inocentes frente a nuestros ojos ciegos de nostalgia.

Y contra el mundo nos enfrentamos, estamos desafiando a nuestros propios sentimientos, porque somos sólo aire, a veces sólo recuerdos, a veces somos simplemente dos universos disímiles que están intentando perseguirse, acorralarse; estamos buscando un camino de salidas plagado, una válvula de escape y no nos permitimos asfixiarnos, nos tenemos prohibido morir y también nos prohibimos rescatarnos o hundirnos más, nos queremos quedar en éste estado, nos queremos morir sin dejar de respirar, sin querer dejar de recordar, sin querer dejar de estar vivos.

Ahora que el universo conspira en nuestra contra, delego mi energía a mi fracaso, porque a donde voy no necesito nada más, tal vez nuestro error haya sido hacer siempre lo correcto, tal vez nuestra condena fue aceptarlos a todos, o el temor a modificar nuestro destino lo modificó completamente, me abrió los ojos y por mis ojos sangró el alma. Iré con mi pesadumbre a cuestas hasta encontrar nuestro horizonte, iré con las manos vacías, con la el aliento cansado y con el corazón atribulado, hasta que la luz nos despoje de lo que tenemos, hasta que los días dejen de hacerse irremediablemente largos.



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