...y la encontré apuntalada en un verso, mordiendo el abandono de sus propios pasos, a mi alma la encontraré el día en el que la luz se extinga...
Vienen letras, vienen, como llamadas por voces marchitas,
por ríos inertes, por la fuente de la vida
vienen también cabalgando mis temores, las razones de la
duda, el abandono
una cruda ventisca de ilusiones fenecidas, viene el sol en
la espalda del impío,
como caminando a escondidas, como se muestra al condenado en
la fiesta de la carne
Vienen melodías que me encarcelan el corazón, como flechas
disparadas por difuntos,
viene también una nostalgia que condena, una marea de recuerdos
inmóviles en mi ventana
y la vida me recibe de pie, me mira cuando caigo, cuando me
levanto, cuando me dejo vencer y cuando hemos triunfado
como miraría la matrona al impúber, como cuidaría el águila
su nido
Viene conmigo un amasijo de memorias que no hablan, que se
callan para no sentir,
que gritan para no llorar, que gimen para no ser evocadas,
viene también una luz que ya no guía, un calor que me
congela y la sangre tibia desperdiciando mi vida,
me persigo por los campos de la muerte, me condeno inmolando
los domingos heridos por frase no dichas,
por besos no dados, por caricias que se esconden en espacios
difundidos.
Vengo como cuando estuve y no venía, vengo, porque voy hacia
donde no estás, porque veo dónde no ves,
y callo todo lo que discutes, porque así nos forjó el
destino, porque así nos marcó la vida,
con el fuego inocente de una huella que no brilla, pero que
será eterna.
La pesadez no aguanta y el dolor se transforma en signos,
voy al destino que jugamos,
voy al lugar de donde viene todo lo que el día me dijo
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