Rictus Sempiterno

lunes, 28 de octubre de 2013

 

Hace tiempo que no tengo nada que decir y sigo hablando




Otra vez, con mis pasados atavíos, de lo que la vida me hizo, adornado por lamentos insepultos,
armado de una congestión áurea, que oprime el pensamiento, la razón de la desidia.
Otra vez sin horizontes previos, sin caminos escondidos, sin la rabia en las pupilas carentes de odio,
porque tengo un puñal en mis sentidos, porque la marcha fúnebre me lleva desacompasado.

Y me permuto en abandono por nostalgias invadidas de azules recuerdos,
de lánguidas amalgamas,  de suspiros que fenecen en el centro de mi estirpe,
otra vez me rompo en los brazos de la nada, me desangro en el valle del rictus sempiterno,
porque ya no tengo en mis escombros los pétalos con aroma diluido, porque sólo soy esto que ya no veo.

Caminando, desprovisto de un horizonte prematuro, sin armas, sin batallas en los hombros,
sólo con cicatrices escondidas, que me persiguen, que me atormentan y reclaman silenciosas,
Otra vez perdido en medio de la nada, sin ser lo que era, sin ser lo que seré, siendo lo que soy
porque el camino tiene que llevarme a algún destino, porque el rumbo está marcado y mutilándome el olvido.

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