el rostro de una partida

jueves, 28 de noviembre de 2013

 

iba ciego con los días, sin saber el lugar por donde encontrarme, venía buscando una tristeza muda, un silencio solitario, venía sin rostro con mis días



Era yo el que construía castillos en la nada, que convertía en suspiros melancolías inertes
porque de necesidades subyacentes alimentaba mi existencia,
como aquel verdugo decadente, andrajoso y testarudo que cobijaba mi alma

Éramos nosotros los que sucumbimos a la nada, los que lloramos con vacíos inútiles,
porque no teníamos un lugar donde cobijarnos, porque entre sus cuevas fuimos,
como fue el día de la gloria, como fue el heroísmo en nuestra espada

Eran sus pasos los que con aromas musicales cobijaron con nostalgia mis pasos,
ahora son sus mismas esencias las que me condenan, que me sostienen, que se suicidan conmigo cada tarde
porque ahora me dibuja el abandono, me trastoca la tristeza y encuentro el vacío en mi existencia,
como el condenado que confiesa la culpa para salvarse de la anunciada muerte,
porque no puedo detener el ocaso, si tampoco tengo la llegada del día

El viaje de los días es de ida y vuelta, sólo partidas sin retornos

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