A veces, uno simplemente amanece con el día, otras veces, el día amanece con la nada, para entonces lo has notado, y aún así todo termina donde empezó.
...Un poema que le debo a alguien...
Tomé prisionera tu mirada,
la até junto a tu cuerpo en un espacio de mi mente,
donde sucumbe mi agonía, y se desvela la nostalgia,
allí, donde los suspiros cercenan con palabras yertas,
aquellos flácidos dominios de la nada.
Me apoderé de tus lívidos labios, tu sonrisa maquillada,
de todos los pasos que lograste proferir hasta un ocaso,
donde reverdece el olvido, exhala el abandono,
el universo donde amanece en llanto, en dolor y odio,
en el que encontramos exiliado este reparo.
Allí en el retumbar de la nostalgia,
únicamente tu presencia nos delata,
el dorado trigo que renace en tu cabellera ensortijada,
mientras esa mirada cautiva, tramo a tramo nos delata,
nos vuelve victimas del natural designio,
como es víctima el verdugo de la muerte...
...Tomé prisionera tu mirada,
la guardé conmigo en mis sentidos,
en un carruaje destinado a tu refugio,
en la memoria esbozada por mis quejas,
...tomé prisionera tu mirada,
y aún así le pertenece a mi nostalgia...
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