y bien, me encuentro ente lo taciturno y los resquicios de congoja, como si un manantial infértil taladrara con sus transitar uniforme cada una de las consonantes que imagino, estoy en un mundo de bocales, de acciones que degluten, que sustentan mi miedo a ser masticado por el alba, de ser regurgitado por la aurora. Aquí, en mi planeta estéril, de sueños áridos y depredación, porque así quiso el nuevo tiempo, porque aquí me abandonó la ira.
Aprendiendo de la nada como caminando sobre un puente que no está más entre mis pasos, sólo escucho el eco de un recuerdo que retumba sobre las paredes de mi desalentado corazón, pero, está firme mi creencia, se mantiene erguida la espada blandiéndose sobre el viento, brillando con una suerte de hendidura que decapita y perturba.
De mis muertos, sólo queda un armazón débil, el recuerdo tenue en el aire de su aroma fétido, también la inmundicia de los buitres, un extraño sabor a rabia entre los labios y como siempre una campaña protestante, en recuerdo al memorial de un sueño, porque me desperté con el amargo sabor de tus labios en mi aflicción. Mientras una corona aniquila al céfiro, mientras el réquiem de una quimera entona sus primeras melodías.
...A ti que me sangras en cada herida, que me condenas al universo imaginado, a ti que te extraño cada día...
sábado, 21 de noviembre de 2009
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1 comentarios:
El producto de las noches sin sueño trae sus recompensas, letras cortadas como las que arrojaste en la fosa común de tus abstracciones (el viejo y querido blog). Es uno de los pocos precios que pagan el amanecer con las pupilas ensangrentadas y la sensación de haber sido abortado por el tiempo, a solas, tragando el cordón umbilical al que ellos llaman existencia. ¡Larga vida a los malditos recuerdos!, también, a los recuerdos malditos: porque entre ellos juegan las musas.
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