Vengo recolectando del jardín de mis anhelos, las flores más delicadas extraídas de una especie de nostalgia, tal vez porque te vi mañana, tal vez porque te estoy persiguiendo nuevamente en cada una de las palabras que no dices, o será porque no quiero entender que entre mi alma y yo existe un dilema que no permite que te vayas, porque dudo de tu ausencia, porque también estoy gritándote en silencio que jamás quisiera que dejes de visitarme.
Otra vez, soy preso de los pensamientos particularizados,
diagramando las mismas frases encerradas,
los mis sonetos tristes se presentan como pálidos susurros,
me encontré a mí mismo, dibujando nombres sin sentidos
Estoy fluyendo en el verbo inconcluso
Con la sangre que brota de neuronas yertas,
Como azules lucecitas opacando mi camino
Me veo como un luto encerrado en la garganta
Y los nudos de las hojas, y las vocales titilando sin sentido entre la nada,
de mis días grises, con la carroza fúnebre, con la ira en los bolsillos,
con la calle sobre el hombro y un silencio de letrillas que vienen y van
Otra vez, mi espíritu colgando en los balcones de tu abandono,
extrañando tus inexistentes caricias, tu melódico transitar,
como cuando veíamos volar sobre los astros a los colosos del universo;
estoy—una vez más—encontrando los círculos de tu afonía,
en las mitades de un líquido evaporado, a fuego lento, y con *harmonías afligidas
*harmonía como señal de acuerdos, uniones, arreglos y amistadas (NOTA: para que no se juzgue como error ortográfico)

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