Aurora

lunes, 1 de junio de 2009

 


Un poema dedicado a las largas madrugadas, al desvelo y a ese tenue, armonioso e impecable recuerdo de tu voz, en los lúgubres vagones de mi mente.

Siento agrietarse la aurora,
con un aire de meditación
a pasos, a impulsos, como manantiales en el alma,
como se trituran los versos
allí donde se consumen las horas

entre el viento tempranero y
los delicados céfiros, aquellos que embalsaman tu espíritu,
mientras el aliento se consume suave, delicado
lleno de espanto y abstracción

tus pasos impensados, tu afable transitar
melodioso, retumba en mi mente, se acerca
huye, y me busca... te espero, pero se va
se consume con las huellas que separan nuestros pasos
el miedo se apodera de ti, y ahora me consume,
como se alimenta el fuego del bosque seco,
como acaba en el día las horas...
...y yo... sólo siento el sucumbir de las auroras

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