30 segundos

miércoles, 24 de marzo de 2010

 




Tengo una multitud de inflexiones derramadas en el vértigo, un susurro que no calma absolutamente ninguna herida y la desesperante mirada que proferiste, tengo también en el abandono regado el pensamiento, la nostalgia, el criterio desmerecido y la pulcritud que me faltaba.

Las iras de lo extinto y una Soledad (amada mía) que me acompaña en mi criterio, que no me deja respirar el abandono que me diste, y que simplemente es fiel a sus designios la escogí para acompañarme a transitar sobre las veredas por las que te sigo.

Me vengo trayendo en los bolsillos tus recuerdos, la sonrisas que jamás le diste al discípulo de tus pasos, al tipo carente de bostezo, carente de sueño y fantasía, traigo llena la maleta de una nostalgia tan ajena que a veces no siento, y que cuando voy a ver los aullidos de lo exangüe resuena como una aclamación a su señora, y el trueno lo persigue y lo degolló la luz que penetraba en sus pupilas.

¡Oh! Soledad te regalo treinta segundos, la mitad de un minuto, una cuarta parte de mi vida, te regalo también todas las sonrisas que me diste, y los besos que jamás nos dimos. Compañera de todos los días, andante de mi camino, jamás descanses, jamás...

...y cuando me encuentre contigo nuevamente, y nuestros ojos se mezclen, y nuestra sangre se funda, deja que la huella de tu amor te consuma, mientras yo... arderé gracias a tu fuego, así debió ser, ¡Y ASÍ QUIERO QUE SEA!...

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