Hoy mi corazón fue consumido por la angustia, lo trituraron cuatro veces en cuatro pedazos cada vez que en sístole y diástole emergía de mi alma el soplo de existencia. Hoy mi espíritu se negó a salir conmigo y enfrentarse al verdugo de mis pasos, al incoherente caballo blanco que navega en la cima de mi mundo, mientras mis armas se recogen, me quedo estático contemplando los cadáveres casi extintos de un día que me deja.
El pálpito errante de júbilos inertes, el soplo de un refugio, una sonrisa que se niega a expirar y en los párpados el zigzagueante camino de una lágrima que no muere, que está esperando el momento de su alumbramiento, con suspiros, con la emanación exangüe del cariño eterno, fluyo con un soplo matutino—a media noche—fluyo como fluiría el viento si conocieras el árbol que lo alimenta, broto con el humo de mis pasos, como fuego eterno, como germinaría del infante la sonrisa.
Y el eco de mi agonía se alimenta, me consumen espirales tenues, me rompe la caricia del arlequín aparecido, porque eras tú, porque te mostraste en varias escrituras, eras el rizo ensortijado con el que alucino, porque eras el sentimiento perpetuo, y también eras la fantasía errabunda, un único brillo crepuscular sin nubes alrededor, sin viento para abrigar los cuerpos; y por último eras la sangrante herida que aún me atormenta, que nunca olvidaré, la que me niego a abandonar porque con ella vi eclipsar mi estigma, porque con tu manto sobre mi manto formamos un paraíso lúgubre al que sólo tú y yo, sólo tú y yo error mío podíamos acceder.
Ahora me envuelve la aurora, en ésta madrugada, solamente me persiguen las luces de tu espanto, se apoderó de mi guerrero la frase jamás dicha, el beso que volando en mi memoria carcome mis sentido y lacera el ser consciente que en mí habita, porque puedo volar cuando lo siento, porque puedo construir mis alas y arrancar hacia el límite del universo, con tu sonrisa que hoy logré captura centuplicada en formas femeniles, como las veces que partí mi ánimo, como cuando navegaba espeso sobre los matorrales de lo exánime.
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