Escribí un par de hojas para mi luna llena, la luna que ganamos con tu ausencia, la que estaba perdida entre el horizonte de mis sendas y los recuerdos de un aroma pétreo a dama ebria.
Vengo recogiendo los sueños, los encarceló un rumor de marionetas que jugaban al amor
ahora la razón de mi inconciencia se maquilla con el coraje de las horas,
con la furia de una agonía que gobierna con calor y frío los latidos, uno tras otro perseguidos,
andamos perdidos en nuestros sentimientos, tú sin dejar de mirar los recuerdos, yo detrás de ti y sin tocarte,
sólo necesito el repaso por las lejanas horas, por las sonrisas y los besos,
caminar sobre el aroma del encuentro furtivo, cuando el mundo se cerraba para que tú y yo
logremos conjurar con caricias al espanto, para que se pueda recluir la emoción en dos corazones puros.
Vengo de tus huellas en mi cuerpo plagado, impregnado del olor de tus mejillas, del sabor de tu nostalgia,
también tengo en mi corazón una súplica tan mía, que te delego, hoy te pertenece
porque no la quiero, porque siempre la he tenido, y porque el tiempo para ti llegó;
ahora mi espectro empezó a delinear risitas extinguidas,
tu naturaleza se esfuma, y queda el recuerdo gris de las horas en las que montado a tus femeniles formas
cabalgamos por los horizontes muertos de la nada, regando nuestro aliento,
regalándole al universo los colores que hoy posee, la alegría que hoy domina su esperanza,
construimos una existencia autónoma que no extrañaré jamás, pero que siempre seguirá activa
mientras en sístole y diástole las palpitaciones de las almas exhalen lo que conocemos como vida.
Vengo también buscando que tú vengas, quiero que caminemos juntos nuestras sendas
Porque no quiero que te quedes, porque también me interesa que se haga lo que debió hacerse,
Sobre las cascadas del delirio, nuestras sombras y en el agua la ira del verdugo.
La caldera del amor, la cárcel de mis sentidos, el olor a muerte y un soneto mal herido.
ahora la razón de mi inconciencia se maquilla con el coraje de las horas,
con la furia de una agonía que gobierna con calor y frío los latidos, uno tras otro perseguidos,
andamos perdidos en nuestros sentimientos, tú sin dejar de mirar los recuerdos, yo detrás de ti y sin tocarte,
sólo necesito el repaso por las lejanas horas, por las sonrisas y los besos,
caminar sobre el aroma del encuentro furtivo, cuando el mundo se cerraba para que tú y yo
logremos conjurar con caricias al espanto, para que se pueda recluir la emoción en dos corazones puros.
Vengo de tus huellas en mi cuerpo plagado, impregnado del olor de tus mejillas, del sabor de tu nostalgia,
también tengo en mi corazón una súplica tan mía, que te delego, hoy te pertenece
porque no la quiero, porque siempre la he tenido, y porque el tiempo para ti llegó;
ahora mi espectro empezó a delinear risitas extinguidas,
tu naturaleza se esfuma, y queda el recuerdo gris de las horas en las que montado a tus femeniles formas
cabalgamos por los horizontes muertos de la nada, regando nuestro aliento,
regalándole al universo los colores que hoy posee, la alegría que hoy domina su esperanza,
construimos una existencia autónoma que no extrañaré jamás, pero que siempre seguirá activa
mientras en sístole y diástole las palpitaciones de las almas exhalen lo que conocemos como vida.
Vengo también buscando que tú vengas, quiero que caminemos juntos nuestras sendas
Porque no quiero que te quedes, porque también me interesa que se haga lo que debió hacerse,
Sobre las cascadas del delirio, nuestras sombras y en el agua la ira del verdugo.
La caldera del amor, la cárcel de mis sentidos, el olor a muerte y un soneto mal herido.
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