Son versos, son líneas, son partes de fragmentos sentimentales, frases que jamás volverás a pensar como antes, tal vez una necesidad, tal vez sólo palabras.
...y si de verdad te digo que me estoy
visitando nuevamente,
que estoy consumiendo los remolinos de
mi propia inexistencia,
de andar buscando frases entre cejas, o
entre líneas, o entre amaneceres de lluvias tenues,
tengo que acunar el espíritu en tu
infancia, confiar en la arrogancia del destino,
en los azulejos de la nostalgia, la
mórbida despedida y las lágrimas gastadas.
...y si de verdad te aliento a empuñar
la espada,
a pelar por la derrota garantizada, por
gritarle a la conciencia tus desconsuelo
porque amanecí sin llanto, porque el
sol nos abandonó en la madrugada,
la noche venía decapitando a un día
sereno, un día sepia, un día sin alma,
mientras acechaba entre las tinieblas
el un dulce razonar impregnado de nostalgia
vamos a la guerra de las cosas que no
tenemos, a derrotar la suerte de cadenas que nos limitaba,
atravesando los muros de lo exangüe,
de las máscaras, de las palabras meditadas,
porque eras como el día final, como el
último suplicio, como el alma desquiciada,
cuando caminando por las sendas
derrotadas, el águila levantó insepulta su cabeza
y bajo sus alas condenó al fracaso a
la insolencia y rebeldía de tus días como yo.
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